El motivo es sencillo: están los que ven que se pierde esa pureza en la conducción de antaño, donde cuantas más cosas haya que hacer a la vez, mejor. Y luego están los que las aceptan y las defienden gracias a su sencillez de uso, velocidad y seguridad mecánica. Pero para el conductor promedio, ¿qué supone la llegada de la gran oleada de cajas de cambio automáticas que se ofertan en el mercado?
Cajas automáticas hemos tenido desde hace décadas, y bien lo saben los estadounidenses, pero que existieran no significa que tuvieran un tacto agradable, o un uso cómodo. La gran diferencia en los últimos años, en especial con las cajas de cambio de doble embrague, es la llegada de una comodidad, velocidad de respuesta y suavidad nunca antes vista, lo que para la mayoría se transforma en una conducción más agradable, más eficiente y más cómoda.
También las cajas de cambio del tipo CVT -o convertidor de par- avanzan y ofrecen similares ventajas, aumentando el abanico de posibilidades mecánicas entre las que elegir.
Ventajas de las nuevas cajas de cambios automáticas…
Estas nuevas cajas de cambio, además, permiten el uso de más de seis velocidades, ya habituales en multitud de cajas de cambio manuales, encontrando sin problemas cajas de cambios automáticas con hasta ocho marchas.
Estas marchas extra permiten circular a menores revoluciones, especialmente en carretera, ahorrando combustible en iguales circunstancias que las cajas de seis velocidades, mientras que a la vez permiten aprovechar la banda de potencia del motor en casos de necesitar potencia.
Además, multitud de vehículos incluyen más de un modo de conducción, orientando algunos de ellos a la conducción eficiente. Algunas son capaces de circular en punto muerto bajo ciertas circunstancias, lo que unido a una gestión del motor inteligente reducen aún más los consumos.
Pero los beneficios de las cajas automáticas no se limitan solo a una mayor comodidad por parte del conductor, también repercutirán en una mecánica más fiable y más cuidada. El embrague durará más kilómetros, el motor tendrá un uso más racional y más seguro. Nunca ese motor, aunque se use de manera deportiva, podrá haberse pasado de vueltas (haber llegado a unas revoluciones por encima del corte de inyección), ya que la propia caja de cambios lo evitará. Esto hará también que cuando se venda el vehículo como segunda mano tenga un precio mayor al tener garantías de tener un motor y una caja de cambios teóricamente en mejores condiciones, algo que se podría ver reflejado en un menor precio del seguro (mayor fiabilidad ante la imposibilidad de pasar el motor de vueltas, rascar marchas o quemar embragues).
… Y sus inconvenientes
Pero no es oro todo lo que reluce, y las cajas automáticas, al tener más sensores, mecanismos, cables y software están más expuestas a fallos que las cajas manuales.
Estar expuestas no significa que vayan a tener fallos. Un problema de software es fácilmente corregible en el taller aplicando una actualización, o incluso permite añadir nuevas funcionalidades. Aun así, las probabilidades de fallo son muy pequeñas y no deberían suponer un incremento en el coste con respecto al que una caja manual pudiera tener.
Además está el factor que comentábamos al principio del artículo. Existen algunas cajas de cambios automáticas que enturbian la experiencia al volante. Estas cajas de cambio son aquellas que tardan mucho en cambiar de una marcha a otra, que no lo hacen suavemente o que siempre parecen cambiar de marcha en el momento que menos nos interesa.
Por otro lado existe mucha gente que desconoce cómo se usan las cajas automáticas y les tienen algo de miedo, como si fueran a ser muy complicadas de usar. Nada más lejos de la realidad. Una caja automática puede ser tan fácil de usar como ponerla en la posición D y olvidarse de ella.
Mi recomendación es que si pueden, compren coches con cajas de cambios automáticas buenas. En el día a día, en los atascos, en el consumo y en la venta posterior del vehículo lo agradecerán.
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